viernes, 21 de agosto de 2015

"Piercing", de Ryu Murakami


Leer a Ryu Murakami es siempre una garantía de acceso a las claves para entender el Japón de hoy y asumir sin concesiones de ningún tipo todas sus dobleces, su umbrío reverso, su tan poco escuchada cara B. Su mierda, en definitiva.

Piercing (1994) tiene la magia de presentarnos la inminencia de una tragedia que, sin embargo, no se va a producir o, mejor dicho, que se va a producir pero no de la manera en que parece que se va a producir, ni con la víctima que creemos que va a ser víctima. A las pocas páginas de iniciar la lectura caemos en el error y, a partir de ese momento, se inicia un carrusel de inesperados giros en la trama y se abre un universo de horror, sin estridencias, con la elegancia de la violencia contenida y entendida por el autor como medio para contarnos algo más trascendente, no como fin.


Podría extenderme más en todos estos elementos benefactores tan habituales en el arte narrativo de Ryu Murakami, pero no creo que merezca la pena: disfruten con las escalofriantes contradicciones de Japón usando Piercing de guía.

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